La Danza de la Oscuridad y el Grito del Alma - El Arte Posatómico que Desafía los Horrores de la Historia y Busca la Paz Por Gustavo Collini

 La Danza de la Oscuridad y el Grito del Alma

 El Arte Posatómico que Desafía los Horrores de la Historia y Busca la Paz

Por Gustavo Collini

Nueva York, 24 de mayo de 2003




En un rincón oscuro del mundo del arte, una forma de expresión única y perturbadora ha estado emergiendo desde finales de los años 50: el Butoh, también conocido como "La Danza de la Oscuridad". Este estilo de danza contemporánea, nacido en Japón tras los devastadores estragos de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, se convierte en un grito del alma, un testimonio de la resiliencia humana frente a la adversidad y un intento de recuperar la belleza a partir del horror.

La danza Butoh, o "La Danza de la Bomba" como algunos la han llamado, fue concebida en un momento en el que Japón se enfrentaba al caos y la desesperación después de la Segunda Guerra Mundial. Fue una respuesta artística al dolor colectivo, un intento de dar voz a los cuerpos desorientados, quemados y mutilados cuyos órganos quedaron expuestos a los ojos del mundo. El coreógrafo japonés Tatsumi Hijikata, en colaboración con el escritor Yukio Mishima, dio vida a esta forma de arte en una presentación inicialmente confusa y controvertida.

En un pequeño escenario ante un público reducido, los artistas semidesnudos se atrevieron a explorar temas tabú, como la homosexualidad, y presentaron imágenes grotescas, incluyendo la representación de una gallina retorciéndose hasta su muerte. Fue esta controversia y excentricidad extrema lo que marcó los cimientos del Butoh, convirtiéndolo en una danza sin reglas establecidas ni coreografías predefinidas. Más bien, los movimientos surgían de imágenes que brotaban en la mente y el corazón del bailarín, sin una intención clara más que transmitir una emoción desgarradora y profundamente humana.

El Butoh, en su esencia, es una amalgama de influencias artísticas provenientes de las danzas expresionistas alemanas de Mary Wigman, así como de escritores occidentales como Genet, Artaud y de Sade. También bebe de los movimientos artísticos del surrealismo y del Dada, que le otorgan un toque de absurdo y lo liberan de cualquier atadura convencional.

Una de las características más reconocibles de la danza Butoh es el uso del color blanco en los bailarines, a veces acompañado de cabezas rapadas. Esta elección estética potencia la expresividad del movimiento y permite a los intérpretes desprenderse de su identidad individual, adentrándose en la esencia colectiva y dolorosa de la humanidad. El Butoh es un punto intermedio entre el baile y el teatro, desafiando las convenciones y llevando al público a cuestionarse su papel en el mundo.

Los movimientos en el Butoh son lentos, hiper-controlados y altamente creativos. Juegan con temas controvertidos, absurdos e inimaginables, de una manera grotesca que incluso puede llegar a incomodar al espectador. Esta incomodidad es intencional y busca desafiar nuestras percepciones y expectativas preestablecidas. La danza Butoh no pretende agradar a nadie, sino expresar lo más profundo del ser, dejando que el interior hable sin restricciones.

Los ensayos de Butoh son espacios sagrados donde los espejos no tienen lugar. Los bailarines se sumergen en sí mismos, permitiendo que lo íntimo salga a la luz sin preocuparse por el juicio externo. En este estado de desnudez emocional, el Butoh aborda una amplia gama de temas, desde la expresión de las minorías hasta el camino de la metamorfosis, desde el dolor y la angustia hasta la resistencia y los ciclos de vida y muerte. También se exploran temas como el amor y la alegría verdadera y sincera, la relación de los seres humanos con la naturaleza, la homosexualidad, el erotismo y la transmutación espiritual.

Algunos consideran al Butoh como una poesía grotesca capaz de expresar a nivel mundial el verdadero amor, la paz y la armonía después del calvario de la Oscuridad de la Bomba. Sin embargo, en un contexto actual marcado por las tensiones geopolíticas y el peligro nuclear, es irónico y hasta poético que los líderes de las potencias mundiales se reúnan en la ciudad de Hiroshima sin ofrecer disculpas por los horrores causados por la bomba atómica. Mientras se discute el peligro nuclear proveniente de Rusia y China, es importante recordar que ningún presidente de Estados Unidos ha pedido disculpas públicamente al pueblo japonés por el mayor acto terrorista de la historia.

La danza Butoh, en su esencia disruptiva y profunda, se mantiene como un faro de expresión artística que desafía los límites establecidos. Sus movimientos erráticos y grotescos, su exploración de lo más oscuro de la condición humana y su búsqueda de la paz y la armonía, la convierten en una forma de arte única en su tipo. El Butoh nos invita a cuestionarnos nuestra existencia, a enfrentar nuestras emociones más profundas y a buscar la belleza en los lugares más inesperados.

En una época donde la luz y la sombra convergen en un mundo lleno de incertidumbre, el Butoh brilla como un recordatorio de la fuerza del espíritu humano y su capacidad de transformar el dolor en algo hermoso. Es un llamado a la reflexión y una invitación a danzar en la oscuridad, iluminando así los rincones más sombríos de nuestra alma.

Foto: sensei en Japón KAZUO OHNO cocreador de la Danza Butoh 
junto a su discípulo Italo-argentino Gustavo Collini.


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